Uniendo la localidad de Los Barrios con la tarifeña pedanía de Facinas discurre la antigua carretera CA-221, que cruza el Valle de Ojén. Hace año y medio ya discurrimos por esa vía hasta el embalse de Facinas, y lo contamos en el blog. En aquella ocasión nuestro viaje terminó en el embalse de Facinas, pues la carretera estaba en un estado impracticable. En septiembre de 2015 la Junta de Andalucía comenzó las obras de rehabilitación de esta vía para su conversión a carril cicloturista.
Ya concluidas las obras, hemos aprovechado la época de La Berrea para conocer el estado de este carril y hacer algo de senderismo de la mano de la empresa Mundo Posibilidades.
Al carril se puede acceder tanto desde Facinas como desde la vía de servicio de la A-381. El carril discurre por el GR-7, el Sendero de Gran Recorrido 7, que tiene su inicio en el Templo de Deifos, en Grecia, y concluye en Tarifa, por lo que es necesario pedir un permiso a la oficina del Parque de los Alcornocales para acceder en un vehículo a motor.
El carril se encuentra en un muy buen estado, en parte gracias a la limitación de la circulación de vehículos a motor. El paso para senderistas y ciclistas es libre.
A mitad de camino, aparcamos en un pequeño descansadero y nos giramos para contemplar la imponente Sierra del Niño, en la que transcurriría la ruta.
Como se comentaba, es necesario pedir un permiso para acceder con vehículo al carril, y también es necesario un permiso para acceder al sendero. De cualquier modo, en la oficina del Parque de los Alcornocales no os pondrán mayor problema si lo pedís con tiempo.
Antes de adentrarnos en la exuberante vegetación del canuto, vislumbramos el principal pico de la sierra, cuyo apodo, el «Risco Blanco», da nombre al sendero.
Las especiales condiciones meteorológicas de la zona, unida a las aguas fluviales que la riegan permiten la existencia de un tipo de vegetación de lo más peculiar, más cercana a la de una selva tropical. El importante nivel de humedad en el ambiente favorece el crecimiento de helechos y quejigos que por momentos desplazan a los clásicos alcornoques del parque.
De vez en cuando el grupo se paraba a contemplar los árboles centenarios que pueblan el canuto, de impresionante belleza.
En ciertas zonas, el denso bosque de quejigos y alcornoques se abría para darnos algunas panorámicas de la zona, pudiendo observar en este caso la parte del sur del valle, tras la cual ya se encuentra la zona del estrecho
En otros momentos, el Risco Blanco se asomaba entre las ramas para darnos una idea de nuestra orientación.
A medida que pasaba la tarde y más íbamos subiendo en paralelo al arroyo, más se iba cerrando el canuto y más oscuro se iba poniendo, incrementando la dificultad de la ruta.
Inevitablemente acabó llegando la noche, y junto a ella comenzaron a escucharse los sonidos de la berrea. Los ciervos machos de la zona, en un intento de marcar territorio y mostrar su potencial ante las hembras y posibles competidores, emiten roncos sonidos, especialmente durante la noche. La mejor manera de apreciar este imponente evento es en el silencio de la noche en medio del bosque, que también da lugar a instantáneas que en el bullicio de la ciudad es imposible apreciar.
Tras concluir la ruta, ya de noche, nos acercamos en coche hasta el Mirador de Ojén, para tener una visión más despejada de los alrededores. A ojo desnudo, la relativa lejanía de los centros urbanos nos permitió observar una cantidad increíble de cuerpos celestes…
… y otros elementos desarrollados por el hombre. En la siguiente foto, capturamos el cruce de dos satélites formando casi un ángulo recto perfecto, con un precioso telón de fondo estrellado.
Fue una gran experiencia disfrutar de la naturaleza en su estado salvaje y en una zona que tiene tanto por ofrecer. Como bien dice el lema de Mundo Posibilidades, el Campo de Gibraltar es un mundo en chiquitito pendiente de explorar.