Todos los que alguna vez hayan querido ahorrarse el peaje de la AP-4 y hayan decidido ir a Sevilla por la nacional IV habrán pasado de largo por El Torbiscal, un poblado perteneciente al municipio sevillano de Utrera.
Antiguamente asociado a una explotación agrícola, en la actualidad el Torbiscal es básicamente un poblado fantasma, abandonado desde hace años y sin población permanente. En los años de bonanza más de 100 familias vivían y trabajaban allí, y muestra de ello son los edificios que aún quedan en pie junto al rastro de aquellos que los habitaban.
En los años 50 se impulsó, desde el Ministerio de Agricultura, el desarrollo de estructuras agrarias con el objetivo de que los agricultores viviesen lo más cerca posible de las explotaciones agrícolas, mejorando la productividad. Con ello, proliferaron los poblados como el del Torbiscal en toda la geografía española. Sobre la década de los 70 la finca alcanzó sus años de esplendor al mando de José Luis Pablo Romero, realizando una gestión moderna y modélica, contando incluso con ingenieros especializados para conseguir mejores resultados.
Lamentablemente, de forma progresiva El Torbiscal fue siendo abandonado por las familias que lo poblaban, principalmente a causa de un cambio en la gestión de la explotación y de las inevitables jubilaciones de los trabajadores. Las nuevas generaciones no querían continuar con las labores de sus padres y al final la población del Torbiscal cayó en picado.
Con los años, el lugar ha ido desmejorándose progresivamente, siendo víctima del vandalismo y de los okupas. Además, se ha convertido en destino predilecto para dos curiosos grupos de visitantes. Por un lado, jóvenes interesados en las actividades de simulación militar utilizan el poblado como escenario de batalla. En las paredes se pueden ver mapas improvisados de las diferentes estancias, con indicaciones de tácticas y demás jerga militar.
Por otro lado, los amigos de lo paranormal han encontrado en el Torbiscal el contexto perfecto para toda clase de fenómenos paranormales: apariciones fantasmales, sonidos del más allá, repiques de campanas a mitad de la noche… Grupos de investigadores aficionados han ido a hacer psicofonías y estudios, con diversos resultados. Lo cierto es que nosotros allí solo encontramos un silencio sepulcral y la más absoluta soledad.
Y hablando de cosas cosas paranormales, tras salir del Torbiscal nos vimos en la necesidad de visitar una de las cosas más inusuales que podéis encontrar en el sur de España, nada más y nada menos que la Catedral Basílica de Nuestra Madre del Palmar Coronada de la Iglesia Católica Palmariana. Una suerte de fortaleza con muros de hormigón de varios metros de alto, con una catedral de enormes dimensiones.
Para los que no conocen la historia, la Iglesia Palmariana es una secta cristiana inventada en los años 70 por un corredor de seguros de Sevilla que declaró haber visto a la Virgen María cerca de El Palmar de Troya. Su influencia fue creciendo y rápidamente se rodeó de un gran número de inocentes fieles que, a base de donaciones, dotaron a la iglesia palmariana de un poder fuera de lo común. En fin, si queréis conocer un poco más la historia en clave de humor os recomiendo la película Manuel y Clemente, que describe bastante bien el pitorreo que debió ser la fundación de esta «iglesia».