Hace un par de semanas visitamos dos emplazamientos bastante singulares situados en los alrededores de Arcos de la Frontera. El primero de ellos fue la zona fluvial de Junta de los Ríos, una pedanía de Arcos.
Su nombre viene de la particular configuración hidrográfica de sus alrededores, en las que se unen dos importantes ríos de la provincia: el Guadalete y el Majaceite, cuyo punto de encuentro es fácilmente reconocible a su paso por el sur del nucleo de población, en la siguiente foto.
Sobre el cauce del río se eleva un estropeado puente de hierro que salva los casi 100 metros de distancia entre orillas, ya en desuso y reemplazado desde los años noventa por una construcción más moderna, pero que permanece como parte del patrimonio de la zona.
Y son también parte del patrimonio de la zona dos enormes tuberías en forma de arco que se encuentran sobre sendos cauces de los ríos.
Estos sifones, conocidos en la zona como las morcillas, aún siguen en funcionamiento y sirven tanto para facilitar el cruce de los ríos como para el trasvase de agua.
Escondidos entre la frondosa vegetación, estas dos descomunales construcciones ofrecen en su punto más alto unas interesantes vistas de la zona y se encuentran en muy buen estado de conservación.
Y siguiendo el flujo del Guadalete rumbo norte llegamos a otro punto bastante interesante y poco conocido: la presa del embalse de Bornos.
Situada a medio camino entre Arcos y Bornos e innaugurada en 1961, la construcción de esta presa dio lugar al embalse del mismo nombre, uno de los más grandes de Andalucía.
Según se lee, la creación de la presa de Bornos fue un duro golpe a la población de Bornos, ya que se inundó la mayor parte de las huertas fértiles del pueblo, y se limitó su expansión en gran medida, estando enclaustrada la localidad entre la orilla del río y la carretera sin apenas más espacio aprovechable. Esto provocó una notable bajada de la población a causa de una emigración forzada.
La presa cuenta con una caída de 45m que facilita la generación de agua, a la que también contribuye la subestación adyacente. Cruzando la carretera sobre el cauce llegamos a una carretera que inicia una subida.
Por la carretera de subida encontramos varias casas abandonadas y desvalijadas, probablemente provenientes de la época de la construcción de la presa.
Lamentablemente la carretera de subida no tiene salida, se llega a un túnel cerrado que no permite el acceso. Esto ha dado lugar a bastantes quejas por parte de los vecinos borniches, como es lógico. Es absurdo que prohíban el acceso esgrimiendo cuestiones de seguridad cuando hay en la provincia un montón de embalses y presas a las que el acceso es libre, como la presa del Guadalcacín, la presa del Barbate y la presa de Los Hurones.
Altiva e inaccesible, como símbolo del despilfarro que supuso su construcción se vislumbra sobre la presa la Casa del Ingeniero, una auténtica mansión construida para los ingenieros nazis, cuyo sobrecoste hizo mella en el levantamiento de la presa.