El pasado domingo 31 de mayo, la Base Aérea de Morón, en la provincia de Sevilla, organizó un día de puertas abiertas. La intención era buena, pero la puesta en práctica fue regular. Al llegar, varios kilómetros de retenciones con coches intentando entrar nos auguraban ya el escenario.
Al parecer, la previsión del Ejército del Aire en cuanto a asistencia no fue adecuada, por lo que se formaron unas colas kilométricas, y al final sobre las 13:00 cerraron el acceso, sin dejar entrar a nadie más, aún a pesar de que había gente saliendo hacia fuera. Lo peor de todo es que la Guardia Civil que estaba controlando el acceso no tenía ni idea de la evolución de la situación, e informó en varias ocasiones de que el acceso se volvería a abrir más tarde, cosa que no ocurrió en todo el transcurso del evento.
Al final, los curiosos que a pesar de no poder entrar quisieron llevarse un recuerdo se parapetaron en las ruinas de la Estación del Coronil, que se encuentra en un estado deplorable, incluso con animales muertos dentro.
Desde lo que antiguamente fuera el andén de la estación, los curiosos pudieron ver algunas de las exhibiciones aéreas.
La Patrulla Águila, ajena al descontrol que reinaba en tierra, hizo gala de su capacidad para el control de estos aparatos en formaciones de hasta 6 aviones.
Tras esperar un tiempo prudencial, decidimos almorzar en la propia población de Morón. Después de comer volvimos a probar suerte, pero los Guardias Civiles de la entrada de la base se desdijeron de sus palabras previas y nos dijeron que no iban a dejar entrar a nadie más, aún a pesar de haber aforo suficiente. En definitiva, nos quedamos con las ganas y hubo mucha gente que se pegó varias horas de caravana para nada.
Con ello, continuamos el plan del día, que pasaba por visitar el Castillo de las Aguzaderas, al sur de El Coronil.
Rodeado de campos de girasoles recién florecidos y curiosamente situado en una depresión en lugar de la habitual elevación en la que se colocan estas edificaciones, el castillo de Las Aguzaderas debe su nombre a su cometido: la defensa de la Fuente de las Aguzaderas. Allá por el siglo XIV, el manantial era una importante fuente de recursos en la zona, por lo que su defensa era primordial. Podéis leer más sobre la historia del castillo en blogdruta.com.
El estado general del castillo es muy bueno, debido a la importante restauración que sufrió en los años 60 y a su ubicación alejada de centros urbanos, lo que evita los vandalismos.
El acceso al castillo es libre y su única entrada, situada en la pared oeste, da paso al imponente patio de armas, en el que aún se puede distinguir la base de roca sobre la que se construyó el castillo.
El castillo cuenta con torres de planta cuadrada en cada una de las cuatro esquinas, dos torres circulares en los laterales y una imponente torre del Homenaje de dos niveles.
La subida a la torre del homenaje es muy angosta, especialmente la segunda escalera hacia la azotea, pero merece la pena por las vistas del conjunto.
Para acceder a las torres secundarias hay que subir por una escalerilla junto a la entrada del castilo, que da acceso a las almenas de defensa.
Tras la visita al castillo, emprendimos el camino de regreso, haciendo una parada en Zahara de la Sierra para refrescarnos en el embalse y tomar algo en el pueblo.
Lamentablemente tuvimos un pequeño accidente al salir del pueblo que, aunque fue leve, nos obligó a llamar a la grúa, dado que el manillar de la moto quedó torcido.
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