Los que hayáis disfrutado de los artículos de mi transpirenaica 2020 echaréis en falta el post de la vuelta a Cádiz. Lo cierto es que tuve la suerte de poder disfrutar de algunos días más en el norte antes de bajar, haciendo turismo por Navarra, el País Vasco y algunas zonas que cruzan la Vía de la Plata. Este artículo va del día después.
Tras la foto de rigor en Hondarribia, abandoné la ciudad y llegué hasta el vecino municipio de Astigarraga, donde me alojé en un sitio BRUTAL: la Pensión Astigarraga.
Instalada dentro de una nave totalmente remodelada por dentro, esta pensión engaña en un primer momento. Al ubicarse en un sombrío polígono industrial, te da una primera impresión rara, pero nada más lejos de la realidad. Cuando entras (usando un montacargas super chulo!) te encuentras unas instalaciones totalmente nuevas y un personal muy agradable.
Además tiene la particularidad de que ¡te dejan meter la moto dentro! Una pasada, así puedes dormir bien tranquilo sabiendo que la moto está a buen recaudo.
El día siguiente, planifiqué una pequeña ruta casi circular alrededor de la frontera entre el País Vasco y Navarra, gracias a las recomendaciones que me dieron en este hilo de forocoches que abrí pidiendo consejo.
Tras desayunar en la pensión, salí de Astigarraga por el sur, siguiendo la carretera GI-3410 que bordea el Río Urumea. La zona sur de Astigarraga está plagada de polígonos industriales, que rápidamente dejan paso a una carretera totalmente inmersa en la naturaleza de bosque en galería formado en la vera del río.
El curso del río, que va marcando el límite provincial y autonómico, iba dejando paisajes muy interesantes, con pequeños ensanches naturales donde parar a refrescarse, como éste junto a la presa de Añarbe.
A veces, de entre la densa arboleda surgían edificaciones abandonadas, como esta mina de hierro derruida.
Según bajaba al sur, la carretera se alejó un poco del cauce del río y los paisajes se volvieron algo más áridos, pero no por ello peores, y con un trazado de curvas revirado y entretenido. Tras cruzar las localidades de Leitza, Uitzi y Lekunberri, la carretera seguía rumbo sur y empezó un ascenso que bordearía el extremo oriental de la Sierra de Aralar.
Siguiendo por la carretera de Larraun, a bastante altura, empezaron a sucederse unas vistas impresionantes del valle de Arakil.
Las fotos hablan por sí solas. Desde ese punto se podía ver a kilómetros y kilómetros de distancia tanto a este como al oeste. Los paisajes rivalizaban con lo entretenida que era la bajada por la carretera, como venía siendo habitual en perfecto estado de conservación. ¡Un placer para los sentidos!
Al bajar, me encontré con la autovía A-10, que preferí evitar siguiendo rumbo oeste. Llegué hasta la localidad de Uharte Arakil, parándome a almorzar en un agradable merendero junto a un puente medieval que salva el río Arakil.
Tras tan idílico momento en el que pasé un rato super tranquilo reflexionando sobre el viaje, me puse de nuevo en marcha hasta la localidad de Arbizu, en la que me desvié de nuevo hacia el norte por la Carretera de Aya, bordeando de nuevo la Sierra de Aralar pero esta vez por su lado occidental, por la carretera GI-2120. No quería pasar sin comentar un punto de interés que a mí se me pasó visitar, el Mirador del Monasterio de San Miguel de Aralar, justo a medio camino. Si pasáis por la zona no deberíais perdéroslo.
Estuve bicheando algunos pueblos mientras subía rumbo norte, hacia Tolosa. Uno de ellos fue Beasáin, localidad a la que llegué justo tras abandonar la Sierra de Aralar. Según llegaba a la ciudad iba viendo que, justo a su espalda, había un monte, el Monte Usurbe, con algunos edificios y antenas arriba, así que decidí subir. Curiosamente según subía, lo que encontré fue el cementerio de la ciudad y algunas fincas privadas. Lamentablemente no pude llegar hasta las antenas, ya que luego vi que no debí haber cogido el desvío del cementerio sino continuar. Pero bueno! Me sirvió para tener unas buenas vistas de uno de los picos más populares de Guipuzcoa, el monte Txindoki.
El cielo empezaba a encapotarse y todavía me quedaban unos 20km hasta mi alojamiento cerca de Tolosa, así que cogí la autovía A-1 y tiré millas. Me esperaba la casa rural Teileri, un buen sitio donde descansar unos cuantos días y usar como campo base para visitar algo de la zona antes de volver al sur.