Para hacer la transpirenaica, primero hay que llegar a los Pirineos, y Cádiz está a unos 1000km de distancia. Habrá quien quiera o pueda hacer el trayecto entre Cádiz y Cadaqués en un día, pero a mí me parece una locura, por lo que planifiqué la ida en dos etapas.
La parada intermedia en mi camino de ida la planifiqué en Cuenca. Había varias opciones, como desviarme más a la costa a Castellón, o meterme en el epicentro del COVID en Madrid, pero Cuenca me pareció una opción más interesante. En resumen, unos 700km para el primer día, para ir calentando.
¿Recordáis las noticias del 10 de agosto, en las que una refinería de Puertollano salió ardiendo por un rayo? Pues esa tormenta me cayó a mí yendo en plena autovía A-4, entre Sevilla y Córdoba. La casualidad hizo que, resguardados de la lluvia bajo un puente, me encontrase con dos compañeros moteros que iban de Algeciras camino a recorrer Los Alpes. ¡Vaya máquinas!
Compartimos trayecto y parada en Cuenca, visitando su casco histórico, el Puente de San Pablo y viendo sus históricas casas colgantes.
También estuvimos disfrutando del ambiente por la noche, con un montón de bares de tapas abiertos y todo bastante animado. Creo que merece la pena volver y echar un par de días en la ciudad visitándola bien.
A la mañana siguiente, me despedí de mis compañeros, que seguirían su ruta rumbo a los Alpes, y yo me dirigí por el norte a cruzar la Serranía de Cuenca en busca de algunas curvas. El trazado que seguí es el siguiente:
Ya los paisajes de la Serranía de Cuenca empezaron a dejarme con la boca abierta. En las zonas bajas, cercanas a la localidad de Tragacete, los paisajes se configuraban como grandes bosques que parecían sacados de alguna estampa canadiense.
A medida que iba siguiendo rumbo norte, iba subiendo metros sobre el nivel del mar e iba cambiando la vegetación.
Superada la Serranía de Cuenca, crucé Aragón con más pena que gloria, porque la nacional N-II es una carretera lamentable, indigna alternativa a la autopista de peaje AP-2, y me hizo sufrir lo indecible con sus «supuestos» radares de tramo inexistentes y sus infinitos camiones.
Paré en Lleida para almorzar y por suerte los secarrales de Castilla y Aragón empezaron a dejar paso a parajes como los del parque de La Garrotxa, que invitaban a hacer fotos constantemente.
Tras 680km desde Cuenca llegué a Figueras, segunda parada en este viaje de ida, ciudad que desconocía por completo y que me sorprendió bastante. Cuna de Salvador Dalí, cuenta con un completo museo con su obra, siendo uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad.
Acompañado de un familiar (muchas gracias por tu hospitalidad, Joaquín!) tuve la suerte de visitar la ciudad, cenar y descansar para al día siguiente, ya sí, comenzar oficialmente la Transpirenaica poniendo rumbo al Cabo de Creus. Pero eso, para el siguiente artículo!