Cádiz en Moto

En la costa oeste de Málaga, creciendo en el municipio de Estepona se encuentra Sierra Bermeja, una cadena montañosa de imponente tamaño y peculiar aspecto, debido principalmente a un tipo de rocas de origen volcánico llamadas peridotitas.

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En particular, en el extremo suroeste se encuentran Los Reales de Sierra Bermeja, un paraje natural que puede visitarse subiendo por la carretera MA-557 desde Estepona:

A mitad de camino, en el cruce entre Genalguacil y Jubrique se encuentra el desvío para subir a la zona de Los Reales. Una pequeña carretera da acceso a una explanada desde la que podemos empezar a contemplar las impresionantes vistas de la zona, llegando a distinguirse Marbella, San Pedro de Alcántara y algo de Mijas.

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Desde este punto es posible seguir recto hacia un área recreativa con algunos establecimientos y un sendero.

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Pasando el área recreativa llegamos a la Plazoleta de Salvador Guerrero, donde es posible dejar el vehículo.

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Desde ahí comienza el pequeño sendero del mismo nombre, que lleva hasta un mirador.

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Volviendo atrás sobre nuestros pasos hasta la explanada de acceso, los carteles nos indican la ruta de subida hasta la cima del Pico de los Reales

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El problema es que esta subida hasta el pico se encuentra en muy mal estado, y la carretera solo es practicable con vehículos preparados para terrenos de grava y tierra suelta.

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Si contravenimos el sentido común y subimos en vehículo, o lo hacemos andando, será posible llegar hasta zonas de poca inclinación que podemos hacer a pie para llegar a disfrutar de estas vistas a más de 1400 metros de altura.

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Imponente en medio del paisaje el Peñón de Gibraltar y la Bahía de Algeciras.

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En la bajada se suceden los impresionantes paisajes tanto hacia el lado oriental como el occidental de la costa.

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Una vez visitada la zona, volvimos a bajar por la misma carretera hacia Estepona, parando a mitad de camino para contemplar la montaña que previamente habíamos coronado.

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El resto de la tarde lo pasamos visitando Marbella, dándonos un chapuzón en Puerto Banús y, finalmente, volviendo a casa al atardecer.

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Mención especial la cena que tuvimos en el Restaurante Venta Pinto, en la barca de Vejer, impresionante la hamburguesa de retinto y la de atún que nos sirvieron.

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El pasado domingo 31 de mayo, la Base Aérea de Morón, en la provincia de Sevilla, organizó un día de puertas abiertas. La intención era buena, pero la puesta en práctica fue regular. Al llegar, varios kilómetros de retenciones con coches intentando entrar nos auguraban ya el escenario.

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Al parecer, la previsión del Ejército del Aire en cuanto a asistencia no fue adecuada, por lo que se formaron unas colas kilométricas, y al final sobre las 13:00 cerraron el acceso, sin dejar entrar a nadie más, aún a pesar de que había gente saliendo hacia fuera. Lo peor de todo es que la Guardia Civil que estaba controlando el acceso no tenía ni idea de la evolución de la situación, e informó en varias ocasiones de que el acceso se volvería a abrir más tarde, cosa que no ocurrió en todo el transcurso del evento.

Al final, los curiosos que a pesar de no poder entrar quisieron llevarse un recuerdo se parapetaron en las ruinas de la Estación del Coronil, que se encuentra en un estado deplorable, incluso con animales muertos dentro.

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Desde lo que antiguamente fuera el andén de la estación, los curiosos pudieron ver algunas de las exhibiciones aéreas.

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La Patrulla Águila, ajena al descontrol que reinaba en tierra, hizo gala de su capacidad para el control de estos aparatos en formaciones de hasta 6 aviones.

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Tras esperar un tiempo prudencial, decidimos almorzar en la propia población de Morón. Después de comer volvimos a probar suerte, pero los Guardias Civiles de la entrada de la base se desdijeron de sus palabras previas y nos dijeron que no iban a dejar entrar a nadie más, aún a pesar de haber aforo suficiente. En definitiva, nos quedamos con las ganas y hubo mucha gente que se pegó varias horas de caravana para nada.

Con ello, continuamos el plan del día, que pasaba por visitar el Castillo de las Aguzaderas, al sur de El Coronil.

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Rodeado de campos de girasoles recién florecidos y curiosamente situado en una depresión en lugar de la habitual elevación en la que se colocan estas edificaciones, el castillo de Las Aguzaderas debe su nombre a su cometido: la defensa de la Fuente de las Aguzaderas. Allá por el siglo XIV, el manantial era una importante fuente de recursos en la zona, por lo que su defensa era primordial. Podéis leer más sobre la historia del castillo en blogdruta.com.

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El estado general del castillo es muy bueno, debido a la importante restauración que sufrió en los años 60 y a su ubicación alejada de centros urbanos, lo que evita los vandalismos.

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El acceso al castillo es libre y su única entrada, situada en la pared oeste, da paso al imponente patio de armas, en el que aún se puede distinguir la base de roca sobre la que se construyó el castillo.

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El castillo cuenta con torres de planta cuadrada en cada una de las cuatro esquinas, dos torres circulares en los laterales y una imponente torre del Homenaje de dos niveles.

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La subida a la torre del homenaje es muy angosta, especialmente la segunda escalera hacia la azotea, pero merece la pena por las vistas del conjunto.

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Para acceder a las torres secundarias hay que subir por una escalerilla junto a la entrada del castilo, que da acceso a las almenas de defensa.

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Tras la visita al castillo, emprendimos el camino de regreso, haciendo una parada en Zahara de la Sierra para refrescarnos en el embalse y tomar algo en el pueblo.

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Lamentablemente tuvimos un pequeño accidente al salir del pueblo que, aunque fue leve, nos obligó a llamar a la grúa, dado que el manillar de la moto quedó torcido.

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Intentaremos tener la moto lista cuanto antes para poder seguir disfrutando de nuestras tierras!

Hace un par de semanas visitamos dos emplazamientos bastante singulares situados en los alrededores de Arcos de la Frontera. El primero de ellos fue la zona fluvial de Junta de los Ríos, una pedanía de Arcos.

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Su nombre viene de la particular configuración hidrográfica de sus alrededores, en las que se unen dos importantes ríos de la provincia: el Guadalete y el Majaceite, cuyo punto de encuentro es fácilmente reconocible a su paso por el sur del nucleo de población, en la siguiente foto.

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Sobre el cauce del río se eleva un estropeado puente de hierro que salva los casi 100 metros de distancia entre orillas, ya en desuso y reemplazado desde los años noventa por una construcción más moderna, pero que permanece como parte del patrimonio de la zona.

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Y son también parte del patrimonio de la zona dos enormes tuberías en forma de arco que se encuentran sobre sendos cauces de los ríos.

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Estos sifones, conocidos en la zona como las morcillas, aún siguen en funcionamiento y sirven tanto para facilitar el cruce de los ríos como para el trasvase de agua.

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Escondidos entre la frondosa vegetación, estas dos descomunales construcciones ofrecen en su punto más alto unas interesantes vistas de la zona y se encuentran en muy buen estado de conservación.

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Y siguiendo el flujo del Guadalete rumbo norte llegamos a otro punto bastante interesante y poco conocido: la presa del embalse de Bornos.

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Situada a medio camino entre Arcos y Bornos e innaugurada en 1961, la construcción de esta presa dio lugar al embalse del mismo nombre, uno de los más grandes de Andalucía.

Según se lee, la creación de la presa de Bornos fue un duro golpe a la población de Bornos, ya que se inundó la mayor parte de las huertas fértiles del pueblo, y se limitó su expansión en gran medida, estando enclaustrada la localidad entre la orilla del río y la carretera sin apenas más espacio aprovechable. Esto provocó una notable bajada de la población a causa de una emigración forzada.

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La presa cuenta con una caída de 45m que facilita la generación de agua, a la que también contribuye la subestación adyacente. Cruzando la carretera sobre el cauce llegamos a una carretera que inicia una subida.

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Por la carretera de subida encontramos varias casas abandonadas y desvalijadas, probablemente provenientes de la época de la construcción de la presa.

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Lamentablemente la carretera de subida no tiene salida, se llega a un túnel cerrado que no permite el acceso. Esto ha dado lugar a bastantes quejas por parte de los vecinos borniches, como es lógico. Es absurdo que prohíban el acceso esgrimiendo cuestiones de seguridad cuando hay en la provincia un montón de embalses y presas a las que el acceso es libre, como la presa del Guadalcacín, la presa del Barbate y la presa de Los Hurones.

Altiva e inaccesible, como símbolo del despilfarro que supuso su construcción se vislumbra sobre la presa la Casa del Ingeniero, una auténtica mansión construida para los ingenieros nazis, cuyo sobrecoste hizo mella en el levantamiento de la presa.

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